viernes, 27 de septiembre de 2019

La locura de la lectura 4. El tenis el aprendizaje de la abogacía




La locura de la lectura.
4.  El tenis y el aprendizaje de la abogacía.



Es hora de trabajar en serio sobre la cuestión del mejor modo de llegar a ser un buen profesionista; por ejemplo, un buen abogado.  Eso me lleva a una digresión sobre mi entrenamiento para aprender a jugar tenis.  

Desde un principio advertí que esto iba a ser un desorden shandinista*.  Si se aburren, pueden usar su tiempo en lo que les parezca más útil o entretenido.

Mi aprendizaje y entrenamiento para jugar tenis de competencia fue una gran experiencia de vida, tanta que no puedo dejar de contarla.  Lo intentaré, aunque es difícil transmitir la experiencia.

Nací con la afición a los deportes; practiqué todos los que se ponían de moda.  Tendría unos doce años cuando descubrí el tenis.  Mas o menos al mes de haber comenzado a jugarlo en el Club Deportivo Veracruzano, un domingo, llegaron a jugar dobles el Gobernador del Estado, Marco Antonio Muñoz y el campeón nacional de tenis, Gustavo Palafox; dos tenistas del club completaron el cuarto de dobles.

Ver jugar a Gustavo fue para mí un acontecimiento.  Era todo elegancia, precisión y eficacia; pensé que nada me gustaría tanto como jugar como él.  Gustavo  enseñó a jugar a Toño Palafox.  Luego, cuando el tenis se profesionalizó y la TV lo popularizó, Toño fue un famoso jugador, entrenador y coach de figuras mundiales (John McEnroe).

Al día siguiente me sorprendió ver a Gustavo en el club; escogió, para entrenarnos, a los chavos que más o menos tenían cualidades.  Entonces yo jugaba con la técnica y el estilo del sartenazo, sin embargo tuve la suerte de ser uno de los elegidos; me citó para una primera sesión. 

Llegué muy ufano decidido a comerme la cancha.  Pero los planes de Gustavo eran otros; me tuvo una hora haciendo ejercicios de sombra con la raqueta, fuera de la cancha y sin pelota.  Era muy paciente y didáctico, me explicó que primero tenía que adquirir las formas básicas.

Me aguanté; aguantarse es un hábito valioso.  Mas o menos en la quinta sesión nos metimos a la cancha.  Traía una canasta llena de pelotas y me las echaba con la mano, de mamoncito les decíamos entonces, para que las contestara; él las dejaba pasar.  Cada golpe me corregía.  Cuando le pegaba fuerte me llamaba la atención: ‘—despacio y que la pelota caiga dentro de la cancha; la velocidad llegará después".

Unos días después se pasó del otro lado de la cancha y, desde la red, me voleaba  pelotas, que yo contestaba conforme a sus instrucciones. Él las dejaba pasar y me mandaba una tras otra.  Días adelante se fue el fondo de la cancha y comenzó a contestarme.  Con infinita paciencia me corregía y, de nuevo, cuando yo le pegaba fuerte me llamaba la atención: lo que importa es que caiga adentro.  La velocidad y fuerza vendrán después.  

No tenía más de un mes cuando todo esto mostró resultados.  Le pegaba a la pelota con un ritmo, una fuerza y una velocidad inimaginable.  Además, con cierta elegancia.  Muchos años después, ya abogado y como un simple aficionado, perdí en la final un torneo en un club en los EE.UU.  Pero en la premiación chusca me gané un premio: All style, no stamina  (mucho estilo, poca energía).  Hasta la fecha lo considero como broma; no me faltó energía, mi contrario jugaba feo, pero era mejor. 

Cuando comencé a estudiar derecho, consideré ese aprendizaje y práctica como la adquisición de la teoría general del tenis; haría lo mismo en la escuela.  Al inicio de los estudios no se pueden llevar defensas, dar opiniones ni actuar como abogado; primero se deben adquirir las bases del derecho hasta que formen parte de uno mismo; después se puede pegar fuerte y bien.  Nadie que sólo se haya preparado treinta días puede ganar un maratón.  Como nadie que no haya adquirido sólidamente los fundamentos de su profesión, puede ser un especialista.  Para ser un especialista, antes hay que formarse como un generalista. 

Encontré que los estudios básicos de introducción al derecho, fundamentos de derecho civil y derecho romano eran básicos; muchos de mis compañeros, por lo contrario, los desdeñaban y detestaban.  Para mí, fueron similares a los ejercicios iniciales de Gustavo.  Recuerdo muy bien mi decisión de guiarme por sus prácticas.  Ha sido una doctrina de vida; Sócrates lo predicaba: ‘lo bello es difícil’.

Regreso al tenis y a Gustavo.  Pasado cierto tiempo nos llevó a jugar un torneo fuera de Veracruz, a Orizaba.  Entré a la cancha y lo único que no me temblaba era la suela de los zapatos.  En la transición de cancha al terminar el primer punto, Gustavo me preguntó: ‘—¿Estás bien entrenado y sabes como pegarle a la pelota?.  Le contesté que sí; me replicó: —¿Entonces, de qué tienes miedo?  Olvídate de todo, de las reglas. y simplemente entra a la cancha pégale a la pelota y juega sin temor.’

Pocos consejos he recibido de ese calibre en mi vida.  Años más tarde leí como Azorin, literato español decía que había que aprenderse las reglas de la gramática y luego olvidarlas.

Gustavo me dio buenas razones para preferir la abogacía al tenis.  En aquellos años el tenis profesional era una élite; los profesionales eran unos diez o quince en el mundo.  El resto, como Gustavo, vivía precariamente mientras tenía facultades (estaba en sus veintes).  Gustavo me dijo que lamentaba haber dejado la carrera de química para ser campeón nacional.**

Mi padre tuvo razones más convincentes: ‘—Si quieres estudiar para abogado, yo pago todo.  Si quieres ser tenista, te las arreglas como puedas.'  Dejé de jugar tenis durante 14 años.

Pero me quedó la experiencia.  ¿Que aprendí?  Humildad (no demasiada), disciplina, esfuerzo, paciencia, seguridad. 

Lo recuerdo claramente; si me preparaba bien, si llegaba al examen final bien estudiado, nada tenía que temer.  Con la petulancia de la juventud, antes de entrar al examen, mientras todos estaban repasando sus notas y libros, yo llegaba leyendo el Selecciones del Readers o cualquier otra bobería; en los momentos previos al encuentro, lo aconsejado es relajarse.  Los estudios de último momento sólo aumentan el estrés.  Mis compañeros me comentaban que era una imprudencia; les contestaba que ya me sabía todas las respuestas; claro que me refería a las razonablemente previsibles en el examen. 

Tengo un serio déficit de atención y doy gracias a Dios que en mis tiempos los psicólogos no habían descubierto los síndromes con los que ahora califican a los párvulos. Disfrutaba las clases: mientras mis profesores hablaban yo andaba en viajes imaginarios por lugares fabulosos o metiendo goles increíbles como extremo derecho de los Tiburones Rojos (los de entonces).  Un psiquiatra amigo mío me dijo que tenía ‘inatención selectiva’, pero que no me convenía comentarlo, porque podría ofender a más de uno.  Tamañas deficiencias las contrarresto con mi afición a la lectura; mis hermanas decían:  ‘—Cuando Chemo (yo) quiere hacer o aprender algo, lee un libro.”

Cuando mis hijos estaban en la escuela, nos llamaban para comentarnos que nuestros hijos se distraían, eran rebeldes y otras cosas; que teníamos que hacer algo.  No lo discutía; le daba gracias a Dios por mis hijos rebeldes e independientes y no hacía nada.  Luego, como abuelo, mis hijos me comentan que reciben las mismas quejas y, que ahora las escuelas les recomiendan o imponen terapias.  Es una tonta estrategia peligrosa; arriesga frustrar la creatividad y la libertad.

Las terapias y tratamientos son buenos para situaciones muy especiales.  No para convertir la educación en una fábrica de borregos.

Consciente de mi forma de ser, al principio de curso le pedía a mis profesores que me indicaran el libro, o libros, que debía estudiar.  Me aplicaba todos los días a estudiarlo, divagaba en clase y, el día del examen, me sabía las respuestas a todas las preguntas.

Así aprenden los grandes pianistas y otros artistas, los artesanos, la tradición Zen y muchos más.  Sólo los genios se exceptúan.

Así que paciencia y barajar.

Paciencia y barajar es una vieja expresión española; jugar con los naipes, en solitario, esperando.  Algo así como un resignado suspiro. 

En el capítulo XXIII de la parte segunda de Don Quijote se cuenta el sueño del Caballero de la Triste Figura cuando visitó la cueva de Montesinos.  Montesinos lo presentó a su primo Durandarte y le dice que vino a desencantarlos, después de que yacían hacía quinientos años.  A continuación el diálogo entre Montesinos y Durandarte:

Unas nuevas os quiero dar ahora, las cuales, ya que no sirvan de alivio a vuestro dolor, no os le aumentarán en ninguna manera. Sabed que tenéis aquí en vuestra presencia, y abrid los ojos y veréislo, aquel gran caballero de quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio Merlín, aquel don Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y con mayores ventajas que en los pasados siglos ha resucitado en los presentes la ya olvidada andante caballería, por cuyo medio y favor podría ser que nosotros fuésemos desencantados, que las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas».  «Y cuando así no sea —respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada y baja—, cuando así no sea, ¡oh primo!, digo, paciencia y barajar.» Y volviéndose de lado tornó a su acostumbrado silencio, sin hablar más palabra.

Es una delicia leer y releer El Quijote.  




* Se puede ver en: https://bit.ly/2m10g6H

**Cuando la edad retiró a Gustavo no la pasaba bien.  Pero muy pronto la televisión popularizó el tenis y desapareció la separación de profesionales y amateurs.  Gustavo fue contratado como entrenador (couch) profesional en Arkansas.  Llegó a ser clasificado como el profesor número 1 en los EE.UU. y siguió su vida de éxitos.










viernes, 20 de septiembre de 2019

La locura de la lectura. 3 ¿Por qué quieres ser Lic?



 3. ¿ Por qué quieres ser Lic ?

   
Ya lo dije, cuando algún muchacho me pregunta acerca de cómo y adónde estudiar para ser abogado tengo la mala costumbre de contestarles con otra pregunta, ¿porqué quieres ser abogado?   La misma pregunta cabe para un aspirante a médico, ingeniero, empresario o lo que sea.

Para suavizar la pregunta les digo qué me ayudará a darles un buen consejo.  Pero la verdad es que la pregunta es de mala leche.  Es una trampa para estimularlos a que reflexionen sobre los motivos que los empujan a tomar una decisión tan importante: a qué van a dedicar su vida.

Lo que sigue es que me ven como a un animal raro y no tienen una contestación satisfactoria; a menudo ni siquiera para ellos mismos.  Agrupo las respuestas que he recibido como sigue: (a) no lo habían pensado; (b) porque sí; (c) su padre, abuelo, tío u otro pariente es abogado; (d) sus padres quieren que sea abogado; (e) ganar dinero; (f) entrar en la política; (g) tener un título (equivalente contemporáneo a pertenecer a la nobleza).

Conforme al DRAE* entiendo por profesión, el empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución.  Ello incluye la dedicación a un arte como músico, escritor, pintor, escultor.  Incluyo profesiones no remuneradas; las que corresponden al ocio clásico de los patricios y los aristócratas de antaño.  La definición es flexible y amplia; responde a la pregunta: ‘—¿A qué te quieres dedicar en la vida?

Si la pregunta da lugar a una conversación, valió la pena. 

Un adolescente no tiene la mínima experiencia necesaria para tomar un decisión tan importante como es la elección de su profesión.  Sin embargo, se le exige.  Entonces escoge siguiendo las recomendaciones o direcciones de sus mayores; o de sus amigos, cuya experiencia es similar.  

Uno de mis autores favoritos es Mortimer Adler.  Fue un filósofo estadounidense, que escribió obras importantes, claras y accesibles para el mortal común y corriente; por lo que la academia de los filósofos lo trató como un simple divulgador.  Mal para la academia.  El Times lo calificó como el filósofo de todo el mundo.  Uno de sus libros How to Think about the Great Ideas (Como pensar acerca de las grandes ideas), es una compilación de las transcripciones editadas de sus 52 emisiones de la serie de TV, The Great Ideas.**   Se refiere a las grandes ideas de la civilización occidental.

Uno de sus libros, Como leer un libro, es conocido en todo el mundo.  Adler escribió una barbaridad (vivió 99 activos años).   Recomiendo, entre otros Six Great Ideas (Seis grandes ideas), Ten Philosophical Mistakes (Diez errores filosóficos), Aristotle For Everybody (Aristóteles para todos), How to Speak How to Listen (Como hablar, como escuchar); este último es fundamental. 

En Philosopher at Large: An Intellectual Autobiography (Filósofo sin límites, una autobiografía intelectual), cuenta como al inicio de su adolescencia tuvo necesidad que dejar los estudios y trabajar para ayudar a su familia.  Pasados unos años regresó a los estudios y adquirió todos los títulos y papelitos reconocidos.  Fue profesor en la Universidad de Columbia y en la de Chicago.  Entre otras, recibió la Medalla Nacional de Humanidades en los EE.UU. 

Después de su experiencia de salir y regresar a la escuela, concluye que a la entrada de la adolescencia los jóvenes deberìan dejar la escuela dos o tres años y luego regresar más maduros y con experiencia. 

Conozco a muchos que, adquirido el título, incluso después de haber ejercido, cambian de profesión y viven muy satisfechos.  Es común que, después de cursar los estudios y obtener el papelito, muchos profesionistas encuentran trabajos no relacionados con su profesión, deciden dedicarse a diferentes actividades.  Por ejemplo, muchos abogados que, trabajando en una empresa, ascienden a altos puestos de dirección; lo mismo médicos en hospitales y académicos en universidades. 

Todos evolucionamos.  Ejemplo, el siguiente resumen autobiográfico.  Cuando estudié derecho mi decisión era no dedicarme al derecho internacional ni al litigio.  Esas materias las estudié para cubrir el currículo de la carrera.  No estaban en el currículo materias como quiebras o insolvencia, arbitraje y métodos alternativos de resolución de disputas.  

Mucho menos otras que no existían, como lo es el uso de la tecnología de la información, las transferencias electrónicas de fondos. 

Todo eso lo estudié después.  Es a lo que me he dedicado e, incluso, en la UNCITRAL presidí los trabajos sobre la Ley Modelo del Comercio Electrónico, transferencias electrónicas de fondos y la reforma de 2006 de la Ley Modelo de Arbitraje Comercial Internacional y la Ley Modelo de Conciliación (mediación) Comercial Internacional.

Nos enseñaron que nuestra misión era auxiliar en la observancia de la justicia, en lugar de resolver problemas humanos relacionados con los malentendidos o las injusticias.  Ahora es peor, preparan especialistas. Los especialistas de hoy buscan diplomados y cursos especiales.  Olvidan la preparación humanística, que es la buena.

Nada como adquirir el doctorado en el arte de vivir.  Prepararnos para el matrimonio o la relación de pareja, el cuidado y educación de los hijos, la amistad, la vida en sociedad.  Sobre todo, para disfrutar de la vida, aceptar y ser fuertes en los momentos difíciles. 

Tengo perdido a un amigo, abogado y  compañero de generación, que abandonó la carrera y es un próspero propietario de una taquería en la calzada Zaragoza.  Hace muchos años, cuando en el patio de los tribunales se despidió de mi como abogado y me contó de su nueva empresa, me dio envidia.  Me recordó a aquél profesor  que nos decía:  ‘—Si no no les gusta el derecho déjenlo, luego el título les estorba para vender tacos’.

La inquietud por educarse suele llegar más tarde.  El error es confundir la educación con el papelito.  No es así, la excelencia de la educación, la excelencia humanista, depende del crecimiento a través del contacto, diario y reposado, con los grandes pensadores, literatos y artistas de la humanidad.  Es ahí en donde se obtienen los mayores grados de la aristocracia intelectual y las mejores calificaciones para desarrollar cualquier profesión.

Se habla mucho de la vocación profesional.  Yo prefiero hablar de inclinaciones o aptitudes.  Se puede ser abogado por inclinaciones, aptitud, influencia familiar.  Pero ese abogado pudo, o puede ser, psicólogo, escritor, empresario, publicista, etcétera.  

Esta necesidad de cambio, o de evolucionar. es intensa en nuestra época.  La Enciclopedia Británica comenta que después de la Segunda Guerra Mundial, la demanda de profesionales entrenados en los nuevos campos de la computación, sistemas electrónicos y servicios médicos, produjo un interés creciente en programas cortos, especializados en esas áreas alternativas a la educación tradicional en los colegios.

Es bueno tener conciencia de las razones para escoger una profesión.  Se habla de vocación profesional y hay algo de eso: pero poco.  Balmes (El criterio), por ejemplo, tiene un capítulo sobre la vocación;  y en las universidades hay departamentos o secciones de vocación profesional.  No sé.   En mi experiencia, salvo excepciones notables; especialmente artistas y genios creativos, todos tenemos cierta amplitud multifuncional.

Tiempo atrás, la profesión del hijo mayor principalmente, era la del padre. Si el padre era doctor, el hijo sería doctor; y si era panadero, sería panadero y así sucesivamente.

En mi caso, cuándo me pregunto qué me motivó a ser abogado, se me pone la mente en blanco.  Tengo sospechas, mi abuelo era un abogado muy reconocido y dos de sus hijos también lo eran.  Mi otro abuelo, José María, también ejercía de abogado.  Pero tenía muchos años de muerto cuando yo nací.

Lo más cierto es que, como en muchos casos, en mi decisión, aparte de esos antecedentes familiares, predominó la pereza y el desconocimiento.  La opción del bachillerato de humanidades me salvaba de estudiar cálculo diferencial y trigonometría: no había de otra.  El bachillerato de humanidades, me atraía; las materias, entre otras, eran literatura, lógica, ética, historia; y todo ello siempre me ha fascinado.

Lo que si tengo muy claro es que desde el primer año de derecho, me di cuenta de que no tenía la menor idea de lo que iba a estudiar.  Lo afortunado de mi caso, es que sin ser un matado si era cumplido, me puse a estudiar con diligencia y me gustó.

Mi respuesta es que hay que estar preparados para el cambio, para lo que venga; lo bueno, lo malo y lo feo.  Mi mejor universidad es la de las grandes obras 

*  Diccionario de la Real Academia.

**.  Los títulos de Adler que cito en inglés no los he encontrado en ediciones en español.  Pongo mi traducción de los títulos que no encontré en internet en español, para que tengan una idea si quieren hacer sus búsquedas.






viernes, 13 de septiembre de 2019

La locura de la lectura. 2. Un poco de gasolina para calentar motores



2. Un poco de gasolina para calentar motores.


Antes de seguir adelante, tengo que dar material para que se pongan manos a la obra.  Para todos; principalmente para los novicios o no iniciados.

Apenas tenía uso de razón cuando adquirí la adicción a la lectura; junto con mi fanatismo por transmitir esa afición o pasión por los libros.  He pasado la vida intentado toda clase de estrategias.  Mencionaré algunas.

La primera es de carácter negativo: abolir la obligación de leer.  Esa prohibición, ahora, es desconocida en los colegios; la mejor manera de espantar a los muchachos es imponerles lecturas.  En mi juventud se nos torturaba con otros métodos.  Recuerdos como los profesores transmitían el conocimiento de la literatura y la estimulaban.  El profesor explicaba sus virtudes, clasificaciones, épocas, y se refería a los grandes libros.  No había obras obligatorias (salvo el libro de texto).  

Los profesores nos platicaban de las obras, nos resumían novelas, cuentos, poemas y epopeyas. Comentaban la trama, los temas humanos que expresaban, como el amor, la ambición, la compasión, la venganza, la convicción política, etcétera; y nos leían fragmentos.  Fue en una de esas clases que me quedé en éxtasis cuando escuché a mi profesor recitarnos, de Luis G. Urbina, Metamorfosis, que comienza: Era un cautivo beso enamorado/ de una mano de nieve que tenía / la apariencia de un lirio desmayado / y el palpitar de un ave en la agonía.  O me entusiasmó oír el soneto de Quevedo cuyo primer cuarteto dice: Retirado en la paz de estos desiertos/ con pocos pero doctos libros juntos/ vivo en conversación con los difuntos/ escuchando con mis ojos a los muertos. 

Edmundo Fentanes nos enseñó a no tener miedo al lenguaje.  Desde la primera clase se ganó nuestra simpatía y admiración:  —No sean ridículos por miedo a las palabras.  No se dice asentaderas, se dice nalgas.   ¡Y eso sólo fue el inicio!  Fue una excelente clase inicial para una palomilla estudiantes de secundaria, veracruzanos, con edad promedio de doce a quince años ¡Que privilegio haber estado ahí!

Lo traía en la sangre.  Su padre, Benito Fentanes, fue un prestigiado filólogo, gramático y defensor del idioma.  En las sucesivas ediciones del Derecho mercantil de Roberto L Mantilla Molina, en lugar del tradicional Corregida y aumentada, se lee: Revisada y puesta al día.  Roberto me platicó que Don Benito fue su profesor cuando estudió la secundaria en Veracruz.  Un día anunció que la nueva edición de uno de sus libros se había publicado.  Roberto comentó en voz alta:  '—Corregida y aumentada'.  Don Benito le respondió;' —Revisada y puesta al día.  Benito Fentanes no escribe pendejadas'.  Roberto no olvidó la lección.   

El buen uso del lenguaje es disciplina mental, claridad, ejercicio y muestra de la inteligencia.

Entonces el ambiente familiar era diferente; se platicaba en la mesa de literatura, las artes y los chismes sabrosos.  Mi abuelo, de quien tendré mucho que hablar, fue mi profesor de literatura en la secundaria.  En su clase no aprendí mucho porque sus enseñanzas las había escuchado hasta el cansancio y me sabía todas las lecciones.  Había enviudado y mis padres me destinaron a acompañarlo, por lo que tuve la buena fortuna de convivir muchos años en su cuarto y escucharlo todas las noches.  

La cultura se cultiva y florece platicando; en familia o entre amigos.  Platicando con los libros, las obras de teatro, las películas, las series, el ballet y con las artes en general.  Es el tesoro escondido que la sociedad contemporánea busca, equivocadamente, en la abundancia, la velocidad y el frenesí.

Pasé mi infancia y juventud escuchando de mi abuelo los hechos ejemplares de los héroes griegos y latinos que cuenta Plutarco en sus Vidas paralelas, a las que me aficioné desde entonces.  Cayó en mis manos una obra, clásica en Alemania: Las más bellas leyendas de la antigüedad clásica de Gustav Schwab, universalmente aclamada.  Me inoculó el virus de la cultura clásica grecorromana.

Lo adopté como uno de mis libros favoritos, años después lo hice encuadernar en piel y lo guardé hasta que se perdió; tengo serios indicios acerca de cuál de mis hijos lo tomó en préstamo vitalicio.  

Así hicimos con nuestros hijos.  Les contábamos cuentos a la hora de ir a la cama; lo exigían; conforme crecieron comenzaron exigir cosas más caras.. En los tiempos de los libros en papel, exageré la compra de libros. Vivieron rodeados de libros en una casa que era una biblioteca; así fue, a propósito y para ellos.  Nunca les impuse que leyeran, siempre les platiqué mis lecturas.  Con algunos funcionó mas, con otros menos.  Nunca se sabe.  Ahora lo negarán, vivimos en una polémica perpetua; me atribuyen que hice lo que no hice y que no hice lo que hice; soy el blanco favorito de sus chistes, burlas y confabulaciones.  ¡Hermoso! Nos llevamos muy bien, dentro de un gran desorden y confusión.  Es el resultado natural de una buena educación.

Todas las artes son fuente de vida y se alimentan entre sí.  Mi filosofía es una concepción personal del humanismo.  El humanismo es abierto y flexible, no todo es literatura.   También cuentan el teatro, el cine, la televisión, la ópera, el ballet y, ahora, los medios sociales.  Todos se complementan entre sí y contribuyen a la educación de brillantes licenciados, maestros y doctores en el arte de vivir.  No me olvidaré de tratar más a fondo sobre el humanismo.

Mi primer contacto con Shakespeare fue Hamlet.  En una película que vi en un cine de barriada en Veracruz: la versión de Sir Laurence Olivier del año 1948.  Es una magnífica obra de arte:
toda la película fluye sin que haya un solo corte.  Desde entonces me atrae ver cualquier representación teatral o película de Shakespeare.  Leo (releo) selectivamente  sus obras; como leo y releo otras, que forman la selección de mis favoritas.  

Las películas, y ahora los medios sociales como Facebook, que consulto todos los días, son magníficas fuentes de información.  Funcionan circularmente, una película, serie, video clip, podcast o comentario, refieren a la obra.  Se ve la serie o película y se antoja leer la obra; y viceversa.

Le doy preferencia a las películas o series que están basadas en una obra literaria.  Así, en tiempos recientes he visto Los Miserables de Víctor Hugo, Grandes esperanzas y La casa deshabitada (Bleak House) de Dickens, La dama vestida de blanco (Woman in White) de Willkie Collins, La guerra y la paz de Tolstoi, Madame Bovary de Flaubert, El nombre de la Rosa de Eco, Testigo de cargo, de Agathe Christie, Howard End, de Foster.  La lista, como la de los libros, es interminable.

 Versiones de esas, y muchas otras obras de gran valor humano, se pueden ver en las series de Netflix, Amazon, HBO y otros.  Todos los días veo en Facebook comentarios, recomendaciones, video clips, que me  informan y me incitan.  Tengo mis muros favoritos; entre ellos la BBC Cultural y BBC Culture Film, Oxford University Press (OAP), The School of Life, Librotea, Nexos, Letras Libres, Smithsonian, universidades, instituciones culturales, de investigación,  clubes de lectura y muchos otros lugares útiles de información.  

Google, también, es una gran fuente con información muy interesante.  Lo importante es la curiosidad, el interés y saber buscar.  Diferente, pero también útil, es Twitter.

No hay que olvidar, y siempre están a la mano las clásicas lecturas de iniciación.  Atractivas para un buen lector curioso, desordenado, aventurero.  Los piratas y  otros héroes de Emilio Salgari (Sandokan, El corsario negro, La reina de los caribes) cuyas obras completas encontré en un pequeño librero, que fue mi refugio y que me iniciaron en la lectura, las de Dumas (Los tres mosqueteros y la saga de sus personajes en diversas novelas, El Conde de Montecristo, La reina Margot), La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, de Julio Verne (Viaje al centro de la tierra, La vuelta al mundo en ochenta días, Veinte mil leguas en viaje submarino).  Las aventuras de Sherlock Holmes y una inmensa lista.  

En su tiempo se publicaron, tuvieron éxito y difusión, como lectura para adultos; muchas de ellas se conocen como novelas de folletín, un capítulo a la semana en un periódico.  Ahora, la gente que se siente sería y educada, dice que son obras para niños o jóvenes, pero no dejan de ver su episodio en suerte: Juego de Tronos o las que están de moda  ¡Es chistoso!

Hay novelas contemporáneas, fáciles de leer y divertidas.  Como La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa.  Es un entretenido relato semiautobiográfico de sus inicios como escritor de guiones para radio novelas, el enamoramiento con su tía, que era unos diez años mayor que él, y como se fugaron de la conservadora sociedad y familia en que vivían y se fueron a vivir a París.  

Es tanto que hay que cuidarse en contra del empacho; ser selectivo y no pretender ver o leer todo.  La mejor manera de no leer es una montaña de libros; la mejor forma de no aprovecharlos, es leerlos por fragmentos; un fragmento o capítulo hoy, y regreso dentro de unos días o semanas.  

Especialmente las novelas solo se viven sumergiéndose en una sola a la vez.

Se habrán dado cuenta que recomiendo mucho releer.  Por ejemplo, ahora que leyeron esta segunda entrada, los invito a que repasen la primera.  No la he modificado, pero la  encontrarán novedosa.  La liga es https://bit.ly/2lSPWgP

En la entrada anterior hay una errata en el nombre en francés de los Ensayos de Montaigne.  Es Essayes, lamento mi petulancia de referirme al título en frances; lo apropiado y elegante es hablar en español.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Sobre los votos salvados en el arbritaje





Como continuación a un debate que se dio en la reunión del Grupo Latinoamericano en Medellín, Colombia, se está debatiendo en Itafor sobre los votos disidentes en el arbitraje.  La discusión me interesó y puse unas notas que me interesa compartir.

1.  El derecho de un juez, árbitro, o de cualquier persona que participa en un colegio que decide una cuestión, o emite una opinión, lo protege el derecho de libertad; especialmente la libertad de expresión.

2.  Salvo que ese derecho se encuentre expresamente prohibido no se debe censurar, en su emisión, forma o contenido.  

3.  Las prohibiciones pueden estar en la ley aplicable, o en el acuerdo de las partes.  El acuerdo de las partes incluye el reglamento que las partes hayan convenido.  No conozco ninguna ley o reglamento que prohíba, regule o de cualquier forma censure los votos salvados.

4.  En esta época, en la que se está imponiendo el espíritu reglamentario (sobrerregulación) y la moralina (moralidad inoportuna, superficial o falsa, RAE), debemos estar muy alertas contra la censura (corregir o reprobar algo o a alguien RAE) de los votos salvados.

5.  Por supuesto que tengo mis ideas y lineamientos personales sobre la como conducirme en las deliberaciones y emitir mis opiniones.  Es buena idea compartir algunos.

5.1.  Cada caso es diferente.

5.2.  Voto con la mayoría si la diferencia es de opinión; no sin antes discutir fieramente.  No tengo el monopolio de la verdad.

5.3.  Si la diferencia con la mayoría es porque me parece que incurre en errores sustanciales, voto en contra.  Deben ser errores sustanciales que repugnen a mi noción de la justicia a tal grado de que mi conciencia no me permite condescender. 

5.4.  Podría limitarme a manifestar que voto en contra (del laudo o de una de sus partes), pero prefiero razonar mi voto por lo siguiente: 

(i) si mi voto en contra es sentido favorable a la parte que me designó, o que la puede complacer, me pueden acusar de parcialidad.  Ese riesgo lo elimino expresando mis razones.  Si mis razones no son buenas, mi voto salvado solo serviría para condenarme; así que me esfuerzo en considerarlo profundamente.  Con mucha frecuencia escribo dos versiones: la que creo y la que no creo; decido al final; y

(ii) el simple voto en contra no informa mucho.  

6.  Algunos ejemplos de mi experiencia:

6.1.  Contradicción insuperable o aberración.  La mayoría expresamente reconoció en el laudo que en diciembre de ese año la compañía de seguros consideraba que el seguro estaba en vigor y continuaba cargando las primas.  Sin embargo, párrafos adelante, la mayoría absolvió a la aseguradora porque resolvió que en septiembre de ese año (tres meses antes), se había dado por terminado el seguro.

6.2.  Contradicción legal insuperable.  El tribunal encontró que el demandante había hecho una remisión de deuda; luego, legalmente, no había deuda.  Pero la mayoría condenó al pago porque el demandado no demostró que pagó.

6.3.  Contradicción legal insuperable.  El tribunal decidió que el contrato se rescindió por incumplimiento de una parte y que esa parte debía pagar daños y perjuicios.  El tribunal estableció la fecha del incumplimiento y calculó los daños y perjuicios a partir de esa fecha.  Sin embargo, la mayoría resolvió, sin dar fundamentos, que los intereses por los daños y perjuicios comenzarían a correr treinta días después de la fecha de la notificación del laudo.

6.4.  Diferencias conciliadas.  El tribunal decidió que la parte que me había designado no tenía derecho y que el laudo le sería contrario.  Yo estaba de acuerdo con el resultado, pero no con los fundamentos de la mayoría; la mayoría no compartía mis opiniones, por lo que anuncié que emitiría un voto salvado.  Finalmente, decidimos incluir en el laudo las consideraciones de la mayoría junto con las mías y el laudo se publicó sin votos.

6.5.  El tribunal decidió dictar el laudo en favor de la parte que me designó.  Para reforzar su decisión, la mayoría propuso incluir una sección invocando consideraciones que me parecían innecesarias e improcedentes.  Hice saber que si se incluían haría un voto en contra de ellas.  La mayoría accedió a dictar el laudo sin incluir esas consideraciones adicionales.