viernes, 12 de junio de 2020

La tecnología de la información y los medios alternativos, revisitados



 La tecnología de la información y los medios alternativos, revisitados.

 

El confinamiento y la incertidumbre de la Covid19 han generado euforia respecto del uso de la tecnología de la información (TI); más que euforia, desaforada locura.  Se afirma a diestra y siniestra que el confinamiento nos cambió, porque descubrimos nuevos usos de la TI.  

Temores y euforia


Esa euforia, lo mismo que los temores exagerados, ocurren siempre en tiempos de crisis.  

A la de ahora se suman la velocidad, volumen y terror de la información que recibimos por efecto de la TI.  La avalancha que nos bombardea sin misericordia y sin pausa; es angustiante.  La adicción a las pantallas que, contrariamente a lo que se opina, nos aparta de nosotros mismos y de nuestros seres queridos y cercanos, nos priva de las maravillas del detenimiento, la soledad, la reflexión y la familia.  Genera la credulidad irreflexiva de las informaciones contradictorias; sin investigación de las fuentes.  El miedo por la incertidumbre producto de la llamada postverdad.

Todo ello, en detrimento de la creatividad, la confianza y alegría de vivir; de la calidad de vida.

Alguno pudiera pensar que este sermoncico no cabe aquí.  No estoy de acuerdo, son consideraciones importantes para el tratamiento inteligente de la TI.

Las videoconferencias 


Se pusieron de moda las conferencias a través de plataformas informáticas.  Los seminarios electrónicos o webinars están a la orden del día; instituciones especializadas en los medios alternativos, colegios, cámaras, despachos de abogados, e inclusive otros profesionistas en lo individual, los ofrecen a granel.  Las juntas de negocios se celebran a través de esos medios, porque todo el mundo está encerrado, o se supone que debe estarlo.

Lo curioso es que todos estos usos de la TI eran corrientes con anterioridad a la era del coronavirus; lo que observo es un aumento en la intensidad de la atención sobre esos medios.  Tengo años de conocer y participar en  conferencias, clases a distancia y ejercer en mi oficina sin documentos con base en papel.

Así, he tenido audiencias a larga distancia, por video o  por simple conferencia telefónica.  En general son conferencias o juntas de trámite de procedimiento, comunes y corrientes desde hace años.  También he participado de ese modo en algunos de exámenes de testigos y otras actividades.

Recuerdo que por los años 1999 o 2000, intentamos una audiencia más completa; entonces era posible en lo fáctico y legal, pero imposible en lo práctico.  

En estos días las grandes firmas y las instituciones están publicando protocolos para convenir y celebrar audiencias completas.  Después de leer algunos de esos protocolos, concluí que por su complejidad y costo, eran como viajes a la luna.  Indudablemente que son posibles, pero para casos con costos y complejidad exhorbitantes; no para el común de los mortales.

Es cierto, reuniones o audiencias a distancia cada vez serán más comunes para juntas de organización y, ocasionalmente,  para evitar el traslado y estancia de algunos testigos y expertos; o para la participación a distancia de algún representante.  Pero audiencias completas, todavía nos falta camino que recorrer.

El regreso a la normalidad


Es cierto que cuando regresemos a la normalidad desempeñaremos algunas de nuestras funciones de manera diferente; habrá cambio, pero no tanto.  Son los desarrollos y adelantos que producen los sucesos que, al momento de sufrirlos, solemos lamentar y maldecir.

La TI en mi blog revisitada


Hace poco mas de un par de años publiqué en mi blog Mi vida con la LM, una serie de entradas sobre el arbitraje y la TI; abajo pongo las ligas correspondientes.  En mi opinión lo que ahí digo sigue vigente.  Toda esta rebambaranba me dio la idea de revistar y poner al día lo que entonces publiqué.

Encuentro que incurrí en una omisión imperdonable, no expliqué los principios fundamentales de la regulación de la TI en el derecho comercial, que son: (i) se trata de la comunicación y archivo de información; (ii) el sistema se basa en la teoría de los equivalentes funcionales; (iii) la regulación en cierta forma es neutra, no importa la sustancia de los hechos y actos; simplemente, aplica la teoría de los equivalentes funcionales a la comunicación y archivo de información.  

Lo que digo en el párrafo anterior, suena escalofriante de leer.  Espero hacerlo digerible en las próximas entradas.

Ligas


Pueden consultar las entradas del blog; sus ligas son las siguientes:  

1.-7-08-17. El arbitraje y la tecnología de la información. Preliminares (http://bit.ly/1y9mxIR).  
2.- 11-08-17 El arbitraje y la tecnología de la información. Investigación y organización (http://bit.ly/1sHoXNv).  
3.- 14-08-17 El arbitraje y la TI. La prehistoria (http://bit.ly/1rvAUoG). 
4.-18-08-14 El arbitraje y la TI. Formato de documento portátil (.pdf). Leer, marcar y anotar con inteligencia (http://bit.ly/1sPawdM
5.- 21-08-14 Arbitraje y la TI. En las nubes con Dropbox (http://bit.ly/1oUREbG).  6.-25-08-14 El arbitraje y la tecnología de la información. Hacer notas y organizarlas (http://bit.ly/1sAVmHg).  
7.- 28-08-17 El arbitraje y la TI. La forma escrita y los papalotes (http://bit.ly/1zKH9rF).  
8.-1-09-14 El arbitraje y la TI. Las escasas formalidades legales del arbitraje (http://bit.ly/1u8ydvC).  
9.- 4-09-14 El arbitraje y la TI. Requisitos formales por acuerdo de las partes (http://bit.ly/1qqSNHt). 11.-8-09-14 Arbitraje y la TI. La regulación del comercio electrónico (http://bit.ly/1rTrM1N).  
10.- 11-09-14 El arbitraje y la TI. LMCE escrito, firma, original y archivo (http://bit.ly/1qJp4tA).

jueves, 28 de mayo de 2020

Ser un abogado como Roberto L. Mantilla Molina


Ser un abogado como Roberto L. Mantilla Molina.

Si se escribiera una historia de la abogacía en México, Roberto L. Mantilla Molina, tendría un lugar excepcional.  Pero no en una historia que incluyera a los abogados que brillaron de modo principal en actividades políticas y similares; sí en una que se ocupara de los abogados que, en la oscuridad de la práctica profesional, como buenos juristas sirvieron a sus clientes en la solución de sus problemas.  No es que Mantilla Molina no hubiera tenido cargos públicos, los tuvo y muy importantes; pero ninguno de ellos refleja la gran calidad de jurista y su humanismo.  Fue, y sigue siendo, mi gran maestro.

Mantilla Molina fue un abogado excepcional.  Era lugar común identificarlo como un brillante académico especialista en derecho mercantil.  Pero esa es una imagen limitada que impedía ver al verdadero jurista. Siendo destacado académico, se desempeñó también como abogado, de modo principal, en el litigio de derecho privado, con preferencia el mercantil y en derecho de seguros, donde se le reconoció gran autoridad.

Enseñaba con el ejemplo.

Sostenía que el abogado se hacía estudiando. Recuerdo, cuando comencé a trabajar como su pasante sin ninguna experiencia, lo primero que hizo fue encomendarme la redacción de un amparo.  Como no tenía idea de cómo hacerlo, le pedí ayuda.  Me respondió: estudia y me recomendó un libro; no le saqué otra palabra.  Sucedió varias veces, hasta que aprendí la lección: antes de preguntarle debía investigar.  Entonces encontré a un maestro maravilloso; cuándo le planteaba una cuestión diciéndole: en el caso X, vi los antecedentes y pruebas y tengo dudas por las razones A, B, C, la jurisprudencia y los autores dicen X, Y y Z, entonces teníamos materia para platicar horas.  

Ese estudia que exigía de sus discípulos, lo observaba rigurosamente.  Recuerdo un caso en el que había indicios de que el asegurado se había suicidado; empecé a ver en su escritorio libros de toxicología.  Luego me lo encontré discutiendo con el médico interno de la aseguradora y me di cuenta de que Roberto podía envenenar al médico y no viceversa.  Otra vez comenzó la plática telefónica con un fiscalista reconociendo que él no era especialista en derecho fiscal; luego le dio todo un paseo de derecho fiscal.  Siempre investigó antes de consultar, y nunca dejó de discutir las cuestiones, prácticas o teóricas, que se le presentaban u ocurrían, sometiéndolas a rígido escrutinio antes de adoptar una opinión.

Años después, como profesor, le copié el consejo.  Cuando algún estudiante me pedía ayuda para hacer alguna tarea que le habían encomendado en su despacho, le preguntaba al alumno si estaba estudiando para abogado o para cliente; y lo mandaba a estudiar.

Según Mantilla Molina no se podía ser especialista sin tener una sólida preparación general.  Dominaba con maestría la teoría general del derecho, el derecho civil, especialmente el de obligaciones y contratos, el procesal, el constitucional, la filosofía e historia del derecho y el derecho comparado.  Willen Vis, el admirado gran gurú del derecho comercial internacional del siglo XX, me comentó en una ocasión que, simplemente, Mantilla Molina era el mejor de todos.

Para Mantilla Molina los conocimientos eran uno de los activos más valiosos de un abogado.  Decía que los abogados blufistas, corruptos o chicaneros lo eran por ignorancia, ya que desprovistos de conocimientos, no sabían defender sus casos con la ley y la razón.

Un ejemplo difícil de seguir