7. El criterio
1. Si me
preguntaran cuál es la obra de derecho que siempre me ha acompañado,
contestaría que es El criterio de Jaime Balmes*. No es el
libro que más veces he leído; es el que siempre me ha acompañado. Mi
respuesta sonaría a broma o puntada, ya que El criterio no es un libro
de derecho, pero se justifica con la siguiente cita, tomada del Juicio sobre
El Criterio" (introducción), escrito por P. Juan Bta. Gomis
O.F.M. (El criterio, Aguilar, Colección Crisol).
Érase un señor experto en los azares de la vida y ducho en las
intrigas sociales, quien me dijo: "Había en la ciudad donde resido un
hombre sin carrera alguna, que alcanzó gran reputación de consejero. Su
palabra era certera: siempre daba en el blanco. Desde luego, los
desvalidos y pobres confiaban más en él que en los letrados. No se
arrepentían. Pleito que daba por ganado, ganado quedaba. Hubo
pleito que lo perdió en primera instancia, pero lo ganó en la segunda.
Era famoso. Sus consejos eran siempre de peso, juiciosos merecedores
de triunfo.
Me intrigaba mucho pensar cómo este hombre había conseguido tan maduro
juicio, siendo así que no tenía estudios ni había frecuentado el trato de
personas doctas y letradas. Un buen día decidíme y fui a verle.
Quería saber cómo, por qué medios, había llegado a tamaña madurez de
juicio y de sentido común. Mi asombro no fue pequeño cuando,
levantándose, sonriente, acercóse a una mesilla rinconera, tendió la mano y
levantó el brazo, diciendo: "Este es mi libro y mi librería; no
tengo ni leo otro. En él confío, en el bebo y me sacio. Me lo sé de
memoria". En su mano, como bandera,
ostentaba El Criterio, que parecía una estrella.
2. A
todos interesa el pensar bien, dice Balmes. El arte de pensar bien
interesa igualmente a los filósofos y a las gentes más sencillas.
El entendimiento es un don precioso que nos ha otorgado el Creador es la
luz que se nos ha dado para guiarnos en nuestras acciones; y claro que uno de
los primeros cuidados que debe ocupar al hombre es tener bien arreglada esta
luz.
3. Es el
mejor libro de derecho porque sus enseñanzas nos educan a observar una vida
jurídicamente ordenada. Y lo que digo de El criterio como
obra de derecho, valdría para cualquier otra profesión, arte u oficio; médico,
ingeniero, contador, comerciante; la que sea.
4.
Nuestra vida y felicidad dependen en gran medida de nuestra voluntad; nos
conviene tener buen criterio y sentido común. También el azar o la
fortuna intervienen de manera importante: todos tenemos nuestra propia
circunstancia y de ella no podemos evadirnos. También necesitamos del
buen criterio y sentido común para enfrentar las adversidades que
inevitablemente nos alcanzan.
5. Salvo
en las sociedades tiránicas, vivimos en libertad. Para preservar esa
libertad tan nuestra, ofrezco una cartilla del ciudadano, que puede ser una
vacuna valiosa para protegerse de los poderosos, autoritarios, reglamentarios,
fanáticos y demás seres de esa fauna que pretende imponer reglas y conductas.
La cartilla es la siguiente:
El derecho de libertad es la facultad de hacer o de omitir aquellos
actos que no están ordenados ni prohibidos. En efecto, es lícita:
a) la ejecución de los actos ordenados; b) la omisión de los prohibidos; c) la
ejecución y la omisión de los que no están ordenados ni prohibidos. Es
ilícita: la omisión de los actos ordenados; b) la ejecución de los prohibidos
(Eduardo García Maynez, Introducción al estudio del derecho, Porrúa, México).
8.
Vivimos como se nos pega la gana. Salvo excepciones expresas, que
deben estar estrictamente definidas en la ley, puedo hacer lo que quiera.
También limitan mi libertad las obligaciones que adquiero
voluntariamente; como cuando celebro contratos que me obligan a dar, hacer o no
hacer algo.
9. Somos
libres de meternos en problemas; nuestra voluntad rige prácticamente toda
nuestra vida. Ejercemos nuestra libertad, y asumimos sus consecuencias,
cuando decidimos dedicarnos a determinada profesión o actividad, casarnos
o no casarnos, tener hijos, vivir en cierto lugar, celebrar un contrato,
bañarnos en agua fría o en agua hirviente, ser veganos, comer tacos, inflar
globos al amanecer, hacer gimnasias exóticas en un parque público, hacer muecas
a los que nos caen gordos o cualquier otra cosa que se nos ocurra.
10.
También cuando por nuestra voluntad cometemos actos ilícitos, tales como
robar, lesionar, defraudar, mentarle la madre al vecino, hacer doble fila para
dar vuelta a la izquierda. Las violaciones a la ley, a nuestros deberes y
obligaciones, se definen como conductas ilícitas. Son conductas antisociales
que frustran la convivencia.
11. Por
lo general las conductas ilícitas no se pueden impedir. Un policía no me
puede detener y revisar porque sospecha que en mi bolso tengo un arma para
matar al próximo chofer que me eche lámina**. Pero quién incurre en la
conducta ilícita (mata al chofer que le echó lámina), incurre en el riesgo de
ser sancionado. Todo acto ilícito tiene una sanción legal.
12.
Además de las sanciones legales, las conductas antisociales sufren
sanciones sociales. No son elegantes ni apreciadas. Son
desagradables, exhiben y devalúan a sus autores. Son objeto de mofa y
desprecio. Salvo personas con ausencia absoluta de valores morales, si
sus autores pudieran verse objetivamente, como en un video o en un espejo, así
sean ricos, poderosos y envidiados, en lugar de ufanarse, se tendrían lástima y
se avergonzarían.
13. Otra
consideración importante es que el cumplimiento de las normas legales, las morales
y las del trato social, es el mejor medio combatir la corrupción, el crimen y
la violencia. El gobierno y la sociedad deberían dar prioridad a la
educación cívica. Cada uno de nosotros contribuye a la seguridad y al
bien común cuando se dedica a cultivar su propio jardín.
14. Todo
esto implica cuestiones complicadas, que ya aparecerán en el futuro. Por
lo pronto basta para subrayar la importancia de que el sentido común se ponga
al volante de nuestra conducta.
15.
Sentado lo anterior, lo mejor que puedo decir sobre Balmes es que su
filosofía es la del sentido común. Es sencilla y práctica. Como el mismo
autor dice: el arte de pensar bien no se aprende tanto con reglas como con
modelos, de una manera sencilla, práctica: al lado de la regla, el ejemplo.
16. No
se puede resumir El criterio. Se ocupa de los modos de conocer la
verdad, del pensar bien, de la atención, de la elección de carrera, de la
posibilidad e imposibilidad de las cosas, de la importancia del sentido común,
del conocimiento de las cosas adquirido mediatamente por los sentidos, de la
autoridad humana, los periódicos, las relaciones de viajes, los libros de
historia, la naturaleza, la buena percepción, el juicio, el raciocinio, la
meditación, la enseñanza, la invención, el entendimiento, el corazón y la
imaginación, la religión. Termina con un estupendo capítulo sobre el
entendimiento práctico.
17.
Todos tenemos alguna fe, incluso los ateos. Una característica de toda
fe es que el creyente no puede demostrar que es verdadera; por eso el ateísmo
es también una fe. La de Balmes era la fe católica y cuando trata de los
diferentes temas expone los argumentos de su fe. Pero El criterio
no es un libro confesional; el consenso es que se puede leer, y muchos lo
hacen, omitiendo los argumentos de fe, sin que el libro pierda su valor e
importancia.
18. Me
lo recomendó mi profesor de lógica en la escuela preparatoria. No se lo
recomendó a mis otros compañeros porque era mi tío, Juan de Dios Zamora, y el
consejo me lo dio en casa. Malo para mis
compañeros de clase.
19.
Descubrirlo fue todo un shock intelectual. Tengo la memoria
lejana de que por las mismas fechas también descubrí el Estudio en
escarlata y el resto de las aventuras de Sherlock Holmes (de Sir Arthur
Conan Doyle). Súbitamente se me desveló el mundo de la reflexión, la
inteligencia, el sentido común y la fantasía.
20. Un
par de años después, inicié mis estudios de derecho y me enfrenté con las
complejidades de La introducción al derecho de Eduardo García Maynez
(que también me ha acompañado en mi vida de abogado), al estudiarlo no podía
menos que reflexionar que todo ya lo había visto; la misma experiencia tuve con
mis otros libros de derecho. Todo estaba ahí: en Balmes, en Conan
Doyle y en otros: la reflexión, el sentido común y la imaginación.
Aunque la fantasía del inglés no superara los embates de la lógica del español,
ni la lógica de este último suspendiera la audacia y los vuelos de la
imaginación del inglés.
21. Fue así como descubrí ese universo cuando
pasaba las horas leyendo, sentado en un rincón de la escalera o acostado en el
jardín, con la cabeza en la almohada que era la panza de mi fiel y paciente
perro, que apenas respiraba y no se movía.
22. Como
Balmes dice al inicio de su conclusión y resumen
Criterio es un medio para conocer la verdad. La verdad en las cosas
es la realidad. La verdad en el entendimiento es conocer las cosas tal
como son. La verdad en la voluntad es quererlas como es debido, conforme
a las reglas de la sana moral. La verdad en la conducta es obrar por
impulso de esta buena voluntad. La verdad en proponerse un fin es
proponerse el fin conveniente y debido según las circunstancias.
* Jaime Balmes
(1810-1848). Filósofo, sacerdote jesuita. Considerado el
filósofo más importante de la España del siglo XIX, miembro de la Real Academia
(1848).
** Echar lámina es un chilangismo que significa conducir el
coche agresivamente.