3. ¿ Por qué quieres ser Lic ?
Ya lo dije, cuando algún muchacho me pregunta acerca de cómo y adónde
estudiar para ser abogado tengo la mala costumbre de contestarles con otra
pregunta, ¿porqué quieres ser abogado? La misma pregunta cabe para un
aspirante a médico, ingeniero, empresario o lo que sea.
Para suavizar la pregunta les digo qué me ayudará a darles un buen consejo.
Pero la verdad es que la pregunta es
de mala leche. Es una trampa para estimularlos a que reflexionen sobre
los motivos que los empujan a tomar una decisión tan importante: a qué van a
dedicar su vida.
Lo que sigue
es que me ven como a un animal raro y no tienen una contestación satisfactoria;
a menudo ni siquiera para ellos mismos. Agrupo las respuestas que he
recibido como sigue: (a) no lo habían pensado; (b) porque sí; (c) su padre,
abuelo, tío u otro pariente es abogado; (d) sus padres quieren que sea abogado;
(e) ganar dinero; (f) entrar en la política; (g) tener un título (equivalente
contemporáneo a pertenecer a la nobleza).
Conforme al
DRAE* entiendo por profesión, el empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y
por el que percibe una retribución. Ello incluye la dedicación a un arte
como músico, escritor, pintor, escultor. Incluyo profesiones no
remuneradas; las que corresponden al ocio clásico de los patricios y los
aristócratas de antaño. La definición es flexible y amplia; responde a la
pregunta: ‘—¿A qué te quieres dedicar en la vida?
Si la
pregunta da lugar a una conversación, valió la pena.
Un
adolescente no tiene la mínima experiencia necesaria para tomar un decisión tan
importante como es la elección de su profesión. Sin embargo, se le exige.
Entonces escoge siguiendo las recomendaciones o direcciones de sus
mayores; o de sus amigos, cuya experiencia es similar.
Uno de mis
autores favoritos es Mortimer Adler. Fue un filósofo estadounidense, que
escribió obras importantes, claras y accesibles para el mortal común y
corriente; por lo que la academia de los filósofos lo trató como un simple
divulgador. Mal para la academia. El Times lo calificó como el
filósofo de todo el mundo. Uno de sus libros How to Think about the
Great Ideas (Como pensar acerca de las grandes ideas), es una compilación
de las transcripciones editadas de sus 52 emisiones de la serie de TV, The Great
Ideas.** Se refiere a las grandes ideas de la civilización
occidental.
Uno de sus
libros, Como leer un libro, es conocido en todo el mundo. Adler
escribió una barbaridad (vivió 99 activos años). Recomiendo, entre otros
Six Great Ideas (Seis grandes ideas), Ten Philosophical
Mistakes (Diez errores filosóficos), Aristotle For Everybody (Aristóteles
para todos), How to Speak How to Listen (Como hablar, como
escuchar); este último es fundamental.
En Philosopher
at Large: An Intellectual Autobiography (Filósofo sin límites, una autobiografía intelectual), cuenta como al inicio de su adolescencia
tuvo necesidad que dejar los estudios y trabajar para ayudar a su familia.
Pasados unos años regresó a los estudios y adquirió todos los títulos y
papelitos reconocidos. Fue profesor en la Universidad de Columbia y en la
de Chicago. Entre otras, recibió la Medalla Nacional de Humanidades en
los EE.UU.
Después de
su experiencia de salir y regresar a la escuela, concluye que a la entrada de
la adolescencia los jóvenes deberìan dejar la escuela dos o tres años y luego
regresar más maduros y con experiencia.
Conozco a
muchos que, adquirido el título, incluso después de haber ejercido, cambian de
profesión y viven muy satisfechos. Es común que, después de cursar los
estudios y obtener el papelito, muchos profesionistas encuentran trabajos no
relacionados con su profesión, deciden dedicarse a diferentes actividades.
Por ejemplo, muchos abogados que, trabajando en una empresa, ascienden a
altos puestos de dirección; lo mismo médicos en hospitales y académicos en
universidades.
Todos
evolucionamos. Ejemplo, el siguiente resumen autobiográfico. Cuando
estudié derecho mi decisión era no dedicarme al derecho internacional ni al
litigio. Esas materias las estudié para cubrir el currículo de la
carrera. No estaban en el currículo materias como quiebras o insolvencia,
arbitraje y métodos alternativos de resolución de disputas.
Mucho menos otras que no existían, como lo es el uso de la tecnología de la información,
las transferencias electrónicas de fondos.
Todo eso lo
estudié después. Es a lo que me he dedicado e, incluso, en la UNCITRAL
presidí los trabajos sobre la Ley Modelo del Comercio Electrónico,
transferencias electrónicas de fondos y la reforma de 2006 de la Ley Modelo de
Arbitraje Comercial Internacional y la Ley Modelo de Conciliación (mediación)
Comercial Internacional.
Nos
enseñaron que nuestra misión era auxiliar en la observancia de la justicia, en
lugar de resolver problemas humanos relacionados con los malentendidos o las
injusticias. Ahora es peor, preparan especialistas. Los especialistas de
hoy buscan diplomados y cursos especiales. Olvidan la preparación
humanística, que es la buena.
Nada como
adquirir el doctorado en el arte de vivir. Prepararnos para el matrimonio o la
relación de pareja, el cuidado y educación de los hijos, la amistad, la vida en
sociedad. Sobre todo, para disfrutar de la vida, aceptar y ser fuertes en
los momentos difíciles.
Tengo
perdido a un amigo, abogado y compañero de generación, que abandonó la
carrera y es un próspero propietario de una taquería en la calzada Zaragoza.
Hace muchos años, cuando en el patio de los tribunales se despidió de mi
como abogado y me contó de su nueva empresa, me dio envidia. Me recordó a
aquél profesor que nos decía: ‘—Si no no les gusta el derecho
déjenlo, luego el título les estorba para vender tacos’.
La inquietud
por educarse suele llegar más tarde. El error es confundir la educación
con el papelito. No es así, la excelencia de la educación, la excelencia
humanista, depende del crecimiento a través del contacto, diario y reposado, con
los grandes pensadores, literatos y artistas de la humanidad. Es ahí en
donde se obtienen los mayores grados de la aristocracia intelectual y las
mejores calificaciones para desarrollar cualquier profesión.
Se habla
mucho de la vocación profesional. Yo prefiero hablar de inclinaciones o
aptitudes. Se puede ser abogado por inclinaciones, aptitud, influencia
familiar. Pero ese abogado pudo, o puede ser, psicólogo, escritor,
empresario, publicista, etcétera.
Esta
necesidad de cambio, o de evolucionar. es intensa en nuestra época. La
Enciclopedia Británica comenta que después de la Segunda Guerra Mundial, la
demanda de profesionales entrenados en los nuevos campos de la computación,
sistemas electrónicos y servicios médicos, produjo un interés creciente en
programas cortos, especializados en esas áreas alternativas a la educación
tradicional en los colegios.
Es bueno tener conciencia de las razones para escoger una profesión. Se habla de vocación profesional y hay algo de eso: pero poco. Balmes (El criterio), por ejemplo, tiene un capítulo sobre la vocación; y en las universidades hay departamentos o secciones de vocación profesional. No sé. En mi experiencia, salvo excepciones notables; especialmente artistas y
genios creativos, todos tenemos cierta amplitud multifuncional.
Tiempo
atrás, la profesión del hijo mayor principalmente, era la del padre. Si el
padre era doctor, el hijo sería doctor; y si era panadero, sería panadero y así
sucesivamente.
En mi caso,
cuándo me pregunto qué me motivó a ser abogado, se me pone la mente en blanco.
Tengo sospechas, mi abuelo era un abogado muy reconocido y dos de sus
hijos también lo eran. Mi otro abuelo, José María, también ejercía de
abogado. Pero tenía muchos años de muerto cuando yo nací.
Lo más
cierto es que, como en muchos casos, en mi decisión, aparte de esos
antecedentes familiares, predominó la pereza y el desconocimiento. La
opción del bachillerato de humanidades me salvaba de estudiar cálculo
diferencial y trigonometría: no había de otra. El bachillerato de
humanidades, me atraía; las materias, entre otras, eran
literatura, lógica, ética, historia; y todo ello siempre me ha fascinado.
Lo que si
tengo muy claro es que desde el primer año de derecho, me di cuenta de que no
tenía la menor idea de lo que iba a estudiar. Lo afortunado de mi caso,
es que sin ser un matado si era cumplido, me puse a estudiar con diligencia y
me gustó.
Mi respuesta
es que hay que estar preparados para el cambio, para lo que venga; lo bueno, lo
malo y lo feo. Mi mejor universidad es la de las grandes obras
*
Diccionario de la Real Academia.
**.
Los títulos de Adler que cito en inglés no los he encontrado en ediciones
en español. Pongo mi traducción de los títulos que no encontré en
internet en español, para que tengan una idea si quieren hacer sus búsquedas.
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