Bajar la cortina
Las vacaciones, los fines de semana y otras oportunidades, son
para bajar la cortina. Para hacer una pausa y dedicarse al ocio
creativo. Cesar la persecución del éxito, la fortuna, el poder, la
información; en general, todas esas quimeras que, confundidos, creemos que nos
harán felices.
Leer no es una obligación
Es común que, para las vacaciones, muchos hagan planes pantagruélicos de lectura. O que los anuncien.
De manera inconsciente sometemos a nuestros semejantes a la tortura
de la obligación de leer. Basta con asomarse a Facebook cualquier
día, especialmente en fin de semana o en vacaciones, para
comprobarlo. Está lleno de admoniciones: debes leer para
aumentar tu inteligencia, eres un bruto, en proceso de aumentar tu bruteza si
no lees. Listas de libros y recomendaciones de
lecturas. Todo ello expresado, repetitivamente, de mil maneras. ¡Es
un horror!
Fuera del periodo de vacaciones, en todo momento, en los hogares
y en las escuelas, se obliga a los niños y jóvenes a leer obras que los padres
y los profesores sólo conocen por referencia; que en el mejor de los casos las
han visto por el forro.
Los jóvenes Casanovas
Todo esto me recuerda cuando, en mi adolescencia en Veracruz,
mis amigos contaban sus donjuanescas conquistas de las chavas mas
atractivas. Los oía presumir y me sentía abrumado por no ser un
Casanova como ellos.
Sin embargo, viendo hacia atrás, compruebo que siempre he estado muy bien acompañado, tanto que sólo puedo dar gracias a Dios por ello. Eso si, como las novelas: una a la vez y absorto en ella. Es la única forma de establecer una relación; con la novia, la esposa o la novela. De conocerla, de releerla, de convertirla en parte de la vida: la novia, la esposa o la novela.
Con el tiempo, me di cuenta, de que todo era bluf. De
que mis amigos no tenían tantas novias, ni que los que presumen de lectores
leen todo lo que proclaman. Cuando cursaba el primer año de leyes,
tenía un amigo que presumía de culto y leído; me tenía impresionado. Un
día le comenté que estaba leyendo 'Los miserables' de Víctor
Hugo. Me contestó con desprecio él no leía novelas de niños: como
vulgarmente se dice: —Se desnudó. No me imagino a un niño leyendo a
Víctor Hugo.
Ni malo ni bueno
Tanto para mi fortuna, como para mi desgracia, nací con el gen
de la lectura enloquecido. Desde que aprendí a leer, de modo semejante a
como ahora muchos se clavan en la pantalla de su teléfono, tableta o
computadora, me clavaba en cualquier página que tenía enfrente. Ambas
costumbres son una forma de evadirse. de la vida y de uno mismo. Pero
leer, escribir, pintar o dibujar, en papel o en tableta, pueden ser buenas
formas de meditar.
La evasión de la lectura, o de la pantallita, puede ser buena,
mala o regular. Pero cada quien es como es como es y con esfuerzo
puede mejorar. En fin, como dice el apotegma griego: "todo con
medida”; mejor si se hace con buen gusto y elegancia.
El hábito de leer, y su contrario de no leer, lo que se debe leer, como se debe leer y otras cuestiones relacionadas, me han preocupado a lo largo de la vida. He adquirido ciertas nociones que, como la opinión médica sobre los efectos nocivos de los huevos y del café, están sujetas a cambios imprevistos. He aquí algunas.
Hay muchos que no leen nada o leen muy poco. Sin
embargo, no por ello son unos idiotas incultos. He conocido a muchos
y muchas con valores morales muy altos, sabios y, por supuesto, muy
felices. Son muy sólidos en su cultura; por lo general son sencillos
y generosos.
Algunos, incluso, adquieren fama universal y
duradera. Sócrates fue uno de ellos; no recuerdo haber visto alguna
referencia a sus lecturas. No creo que tuviera tiempo de
leer. Se la pasaba en la calle, en el gimnasio, o en casa de quien
lo invitaba a comer y beber. Todo el día discutía, de lo que fuera
con quien tuviera enfrente; me imagino que algunos huirían de él como de la
peste. Comentaba que apenas podía se salía de su casa, porque no
soportaba a su mujer; su hogar no era un santuario de lectura. No
tenía celular, ni tableta.
Escoger es renunciar
Dudo de la existencia, presente, pasada o futura, de alguien que
haya leído todas las grandes obras. Me imagino que sería disperso y
viviría confundido; un poco tonto. Pero si conozco a muchos que si les
mencionas cualquier obra, de modo automático te propinan un comentario.
Son preferibles las obras consagradas a lo largo del tiempo;
mucho mejores que las que están de moda, por ser las mas vendidas durante el
mes o semana. Las obras clásicas son los "best sellers'
de la humanidad. Entre ellos están 'El Quijote', las obras de
Shakespeare y muchas otras.
Escoger es renunciar. Jean Guitton, un intelectual
francés que admiro, recomienda no leer primeras ediciones, ¿quién se acuerda de
los éxitos de hace diez años? Si un libro aguanta tres o cuatro
ediciones, es indicio de que expresa valores humanos que no son transitorios;
vale la pena considerarlo. Sin embargo, también me vence la
tentación de leer cosas frescas. Pero seleccionadas con precaución;
depende del autor o del comentario; y de su fuente. En esto, como en
todo, nada como ser flexible.
Leer mucho, no muchos
El verdadero lector saborea las obras, No se las atraganta en una sentada. Cuando releemos un libro que vale la pena, gozamos de gratas sorpresas. Así convertimos a esos libros en nuestros compañeros; y como a la novia, compañera o esposa, nada mejor que serles fieles. Balmes recomienda leer mucho, pero no leer muchos.
Se lee con diferentes propósitos. Para disfrutar,
para aumentar la cultura, para aprender o desarrollar una profesión,
oficio o tarea, etcétera. La peor de todas las lecturas es la que se
hace para presumir; aunque a veces deja resultados.
La mejor lectura es la que se hace por placer. El mejor libro, el que uno escoge.
Por supuesto que mientras mas selecta sea la novela, cuento u
obra, mejor. No enriquece lo mismo un pasquín, o un "best
seller" de moda, que 'La guerra y la paz' de Tolstoi. Me
fascina el dicho profundo de significado, que Sócrates, repetía: "— Lo
bello es difícil". Sommerset Maughan comentaba que prefería
aburrirse con 'La búsqueda del tiempo perdido' de Proust, que divertirse
con una novela de moda, romántica o de aventuras.
Hay obras clásicas, largas, que son singularmente enriquecedoras
cuando uno se sumerge en ellas. Es difícil cuando las ofertas son tantas
y las listas de lecturas pendientes crece sin cesar; debes resistir la
tentación. Por ejemplo, este año he gastado varios meses en releer los
ocho tomos de La búsqueda del tiempo perdido. He tenido la
necesidad de recurrir a mi fuerza de voluntad para no hacer un paréntesis y
leer otra novela; pero no me arrepiento.
Poco a poco
Es cuestión de entrenamiento. Los fisicoculturistas
recomiendan iniciar con sesiones de caminata de cinco o diez minutos y que se
incrementen gradualmente. Con paciencia y constancia se logra correr
maratones. No hay como comenzar con lecturas ligeras. Las
hay clásicas, 'El conde de Montecristo', 'Los tres mosqueteros' y
otras de Dumas, ‘La Isla del Tesoro', de Robert Louis Stevenson, o las
obras de Salgari. A veces alguna que nos atrae porque vimos la
película. Son un montón. Todas ellas excelentes y muy
divertidas para chicos y grandes. Son irresistibles. Las
hay también contemporáneas.
Arte de seducir
La mejor manera de desestimular la lectura es hacerla
obligatoria, sobre todo para los niños y jóvenes. Los mejores
estimulantes son el ejemplo, un ambiente amable y la conversación. A
nuestros hijos todas las noches, al irse a la cama, les contábamos un cuento.
Lo curioso es que ahora que son adultos no todos leen lo mismo ni con la
misma intensidad.
Imponer o prohibir la lecturas, es igualmente pernicioso.
Lo bueno es que todos somos diferentes y que no todos
necesitamos leer.
Entradas relacionadas con esta entrada
Las vacaciones y las torturas de la lectura del 28 de julio de
2014 http://bit.ly/1pm33in
Vacaciones. Mesa revuelta de lectura del 4 de agosto de
2014 http://bit.ly/1o6n8uZ
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