jueves, 17 de diciembre de 2015

Las vacaciones y las torturas de la lectura.  Edición del 15 de diciembre de 2015


Bajar la cortina

Las vacaciones, los fines de semana y otras oportunidades, son para bajar la cortina.  Para hacer una pausa y dedicarse al ocio creativo.  Cesar la persecución del éxito, la fortuna, el poder, la información; en general, todas esas quimeras que, confundidos, creemos que nos harán felices.

Leer no es una obligación

Es común que, para las vacaciones, muchos hagan planes pantagruélicos de lectura.  O que los anuncien.  

De manera inconsciente sometemos a nuestros semejantes a la tortura de la obligación de leer.  Basta con asomarse a Facebook cualquier día, especialmente en fin de semana o en vacaciones, para comprobarlo.  Está lleno de admoniciones:  debes leer para aumentar tu inteligencia, eres un bruto, en proceso de aumentar tu bruteza si no lees.  Listas de libros y recomendaciones de lecturas.  Todo ello expresado, repetitivamente, de mil maneras. ¡Es un horror!

Fuera del periodo de vacaciones, en todo momento, en los hogares y en las escuelas, se obliga a los niños y jóvenes a leer obras que los padres y los profesores sólo conocen por referencia; que en el mejor de los casos las han visto por el forro.

Los jóvenes Casanovas

Todo esto me recuerda cuando, en mi adolescencia en Veracruz, mis amigos contaban sus donjuanescas conquistas de las chavas mas atractivas.  Los oía presumir y me sentía abrumado por no ser un Casanova como ellos.

Sin embargo, viendo hacia atrás, compruebo que siempre he estado muy bien acompañado, tanto que sólo puedo dar gracias a Dios por ello.  Eso si, como las novelas: una a la vez y absorto en ella.  Es la única forma de establecer una relación; con la novia, la esposa o la novela.  De conocerla, de releerla, de convertirla en parte de la vida: la novia, la esposa o la novela.

Con el tiempo, me di cuenta, de que todo era bluf.  De que mis amigos no tenían tantas novias, ni que los que presumen de lectores leen todo lo que proclaman.  Cuando cursaba el primer año de leyes, tenía un amigo que presumía de culto y leído; me tenía impresionado.  Un día le comenté que estaba leyendo 'Los miserables' de Víctor Hugo.  Me contestó con desprecio él no leía novelas de niños: como vulgarmente se dice: —Se desnudó.  No me imagino a un niño leyendo a Víctor Hugo.

Ni malo ni bueno

Tanto para mi fortuna, como para mi desgracia, nací con el gen de la lectura enloquecido.  Desde que aprendí a leer, de modo semejante a como ahora muchos se clavan en la pantalla de su teléfono, tableta o computadora, me clavaba en cualquier página que tenía enfrente.  Ambas costumbres son una forma de evadirse. de la vida y de uno mismo.  Pero leer, escribir, pintar o dibujar, en papel o en tableta, pueden ser buenas formas de meditar.

La evasión de la lectura, o de la pantallita, puede ser buena, mala o regular.  Pero cada quien es como es como es y con esfuerzo puede mejorar.  En fin, como dice el apotegma griego: "todo con medida”; mejor si se hace con buen gusto y elegancia. 

El hábito de leer, y su contrario de no leer, lo que se debe leer, como se debe leer y otras cuestiones relacionadas, me han preocupado a lo largo de la vida.  He adquirido ciertas nociones que, como la opinión médica sobre los efectos nocivos de los huevos y del café, están sujetas a cambios imprevistos.  He aquí algunas.

Hay muchos que no leen nada o leen muy poco.  Sin embargo, no por ello son unos idiotas incultos.  He conocido a muchos y muchas con valores morales muy altos, sabios y, por supuesto, muy felices.  Son muy sólidos en su cultura; por lo general son sencillos y generosos.  

Algunos, incluso, adquieren fama universal y duradera.  Sócrates fue uno de ellos; no recuerdo haber visto alguna referencia a sus lecturas.  No creo que tuviera tiempo de leer.  Se la pasaba en la calle, en el gimnasio, o en casa de quien lo invitaba a comer y beber.  Todo el día discutía, de lo que fuera con quien tuviera enfrente; me imagino que algunos huirían de él como de la peste.  Comentaba que apenas podía se salía de su casa, porque no soportaba a su mujer; su hogar no era un santuario de lectura.  No tenía celular, ni tableta.

Escoger es renunciar

Dudo de la existencia, presente, pasada o futura, de alguien que haya leído todas las grandes obras.  Me imagino que sería disperso y viviría confundido; un poco tonto.  Pero si conozco a muchos que si les mencionas cualquier obra, de modo automático te propinan un comentario.

Son preferibles las obras consagradas a lo largo del tiempo; mucho mejores que las que están de moda, por ser las mas vendidas durante el mes o semana.  Las obras clásicas son los "best sellers' de la humanidad.  Entre ellos están 'El Quijote', las obras de Shakespeare y muchas otras.  

Escoger es renunciar.  Jean Guitton, un intelectual francés que admiro, recomienda no leer primeras ediciones, ¿quién se acuerda de los éxitos de hace diez años?  Si un libro aguanta tres o cuatro ediciones, es indicio de que expresa valores humanos que no son transitorios; vale la pena considerarlo.  Sin embargo, también me vence la tentación de leer cosas frescas.  Pero seleccionadas con precaución; depende del autor o del comentario; y de su fuente.  En esto, como en todo, nada como ser flexible.

Leer mucho, no muchos

El verdadero lector saborea las obras, No se las atraganta en una sentada.  Cuando releemos un libro que vale la pena, gozamos de gratas sorpresas.  Así convertimos a esos libros en nuestros compañeros; y como a la novia, compañera o esposa, nada mejor que serles fieles.  Balmes recomienda leer mucho, pero no leer muchos.  
Se lee con diferentes propósitos.  Para disfrutar, para aumentar la cultura, para aprender  o desarrollar una profesión, oficio o tarea, etcétera.  La peor de todas las lecturas es la que se hace para presumir; aunque a veces deja resultados.

La mejor lectura es la que se hace por placer.  El mejor libro, el que uno escoge.  

Por supuesto que mientras mas selecta sea la novela, cuento u obra, mejor.  No enriquece lo mismo un pasquín, o un "best seller" de moda, que 'La guerra y la paz' de Tolstoi.  Me fascina el dicho profundo de significado, que Sócrates, repetía: "— Lo bello es difícil".  Sommerset Maughan comentaba que prefería aburrirse con 'La búsqueda del tiempo perdido' de Proust, que divertirse con una novela de moda, romántica o de aventuras.

Hay obras clásicas, largas, que son singularmente enriquecedoras cuando uno se sumerge en ellas.  Es difícil cuando las ofertas son tantas y las listas de lecturas pendientes crece sin cesar; debes resistir la tentación.  Por ejemplo, este año he gastado varios meses en releer los ocho tomos de La búsqueda del tiempo perdido.  He tenido la necesidad de recurrir a mi fuerza de voluntad para no hacer un paréntesis y leer otra novela; pero no me arrepiento.

Poco a poco

Es cuestión de entrenamiento.  Los fisicoculturistas recomiendan iniciar con sesiones de caminata de cinco o diez minutos y que se incrementen gradualmente.  Con paciencia y constancia se logra correr maratones.  No hay como comenzar con lecturas ligeras.  Las hay clásicas, 'El conde de Montecristo', 'Los tres mosqueteros' y otras de Dumas, ‘La Isla del Tesoro', de Robert Louis Stevenson, o las obras de Salgari.  A veces alguna que nos atrae porque vimos la película.  Son un montón.  Todas ellas excelentes y muy divertidas para chicos y grandes.  Son irresistibles.  Las hay también contemporáneas.

Arte de seducir

La mejor manera de desestimular la lectura es hacerla obligatoria, sobre todo para los niños y jóvenes.  Los mejores estimulantes son el ejemplo, un ambiente amable y la conversación.  A nuestros hijos todas las noches, al irse a la cama, les contábamos un cuento.  Lo curioso es que ahora que son adultos no todos leen lo mismo ni con la misma intensidad.

Imponer o prohibir la lecturas, es igualmente pernicioso.

Lo bueno es que todos somos diferentes y que no todos necesitamos leer.

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Las vacaciones y las torturas de la lectura del 28 de julio de 2014 http://bit.ly/1pm33in
Vacaciones.  Mesa revuelta de lectura del 4 de agosto de 2014 http://bit.ly/1o6n8uZ


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