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Edición del 13 de octubre de 2015.
En la era de la corbata
En la mañana del 7 de
enero de 1985, en Nueva York, cuando me vestía para ir a mi primer día en la
UNCITRAL*, me excitaba la ilusión de un día especial, pero no imaginaba el
cambio que traería a mi vida.
Era lunes y tenía que
estar en las Naciones Unidas a las 10:00, pero no encontré mis corbatas; las olvidamos en
México. Preocupado por hacer mi debut descorbatado, salí con prisa; encontré en Grand Central una tienda
y, rápidamente, me compré una corbata de a dólar. Cuando llegué a las
Naciones Unidas, el profesor Andy Spanogle, delegado de Estados Unidos,
amablemente me saludó con un elogio a mi corbata; la UNCITRAL y Andy siempre
están a la moda del derecho comercial, pero no a la del vestido.
Willen Vis
Ese día conocí a Willem Vis, a quien desde su
primera intervención admiré; un Quijote holándes, sabio, políglota, pero no
solo de idiomas, sino del derecho. Serio, seco, pero solo en apariencia
ya que tenía un corazón gigante. Su ilusión, me dijo un día, era ser como
los grandes humanistas del renacimiento; lo era.
Fue el presidente del
grupo de trabajo y lo hizo espectacularmente. El mandato del grupo era la
elaboración del proyecto que ha requerido mayores esfuerzos de tiempo y
negociaciones en la historia de la UNCITRAL: la Convención de las Naciones
Unidas sobre las Letras de Cambio Internacionales y los Pagarés Internacionales.
Willem conocía el proyecto de convención por nota y lo
manejaba con virtuosismo. Dominaba el sistema cambiario de la convención,
el de los países del sistema de Ginebra y el del common law. Hablaba poco y escuchaba a todos;
cuando un delegado terminaba su intervención, como si no lo hubiera oído, le
daba la palabra al siguiente en la lista. Solo cuando era necesario para mantener el debate
ordenado, hacía algún comentario. Pero, al terminar,
cuando resumía los debates y sugería decisiones, recordaba todas las
intervenciones e ideas. Hay que haber asistido a esas reuniones para saber que
se trata de poner en orden a Babel. Yo, simplemente, no concebía cómo lo lograba;
tiempo después, entre muchas otras enseñanzas, me dio la fórmula, que en el
futuro comentaré. Dirigía en inglés y francés; luego supe que hablaba 8
idiomas. Entre ellos no estaba el español, que sin embargo
leía. El suyo, el holandés, no le gustaba.
Desde ese día Willem se
convirtió en uno de mis paradigmas y, al igual que como
muchos años antes me ocurrió con Roberto L. Mantilla Molina, mi ilusión era
llegar a ser como él; claro está, en la medida de lo posible. Ambos, Roberto y Willem, al igual que
Jorge Barrera Graf, me distinguieron, me mostraron gran aprecio y me enseñaron
mucho. Ya platicaré de ellos en el futuro; son influencias que marcaron mi
vida, fueron regalos que Dios me dio.
El derecho uniforme y la certidumbre
Ese día, también, tuve mi
primer encuentro de carne y hueso con el derecho uniforme del comercio
internacional, que solo conocía académicamente.
En todos los aspectos de
la vida, es necesario contar con un orden previamente establecido, conocido,
cuyas normas respetamos y cumplimos. Son las reglas del hogar, de
nuestras comunidades, ciudades, estado y país. Si viajamos o tenemos
relaciones con extranjeros y no conocemos un mínimo de las reglas que los
rigen, fracasamos.
Dependemos de la seguridad
jurídica que proporciona el estado de derecho y actuamos conforme a nuestras
costumbres, sin darnos cuenta del grado en que dependemos de la uniformidad.
Como individuos y como naciones progresamos en la uniformidad. Por todo ello,
sorprenden el absurdo orgullo y la tenacidad con la que algunos dan batallas
por el nacionalismo y la vanidad de tener leyes peculiares, ¿cómo se jugaría al
fútbol si no tuviéramos el reglamento uniforme de la FIFA?
Ese día, también, me
introduje en el universo de la diversidad de ideas, costumbres, tradiciones
jurídicas y la posibilidad de construir sistemas uniformes y armónicos gracias
a la flexibilidad y a la negociación. Todos somos ciudadanos del mundo; como seres
humanos tenemos diferencias, pero somos iguales.
La gran conclusión es que varían la nomenclatura, los
procedimientos, los detalles, lo que los filósofos llaman los
"fenómenos", pero la sustancia es la misma en todos los pueblos.
Los legendarios
También ese día comenzó mi
trato con grandes personajes en el mundo internacional. Imposible recordar y
mencionar a tantos, pero no quiero olvidar aquí a Eric Bergsten y Gerold Hermmann. Ambos, como Willem, fueron
Secretarios de la UNCITRAL. Me dieron su amistad, consejo y apoyo. Ellos, en cierto modo
diferente a Roberto y Willem, son parte
importante de mi vida.
Ese día comenzó mi vida
con la ley modelo de arbitraje de la CNUDMI sobre el arbitraje comercial
internacional.
Definitivamente, el 7 de
enero de 1985, fue un gran día.
*El nombre en español es
CNUDMI, que corresponde a las siglas de la Comisión de las
Naciones Unidas para el Derecho Comercial Internacional. En inglés es UNCITRAL,
que corresponde a United Nations Commission on International Trade Law. Salvo en documentos oficiales —entre
otras muchas razones porque resulta más fácil la pronunciación en español—, se
usa universalmente el nombre en inglés: UNCITRAL. Así me referiré a este organismo en el
futuro.
#UNCITRAL,
#CNUDMI, #DerechoUniforme, #SeguridadJurídica
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