viernes, 6 de diciembre de 2019

La locura de la lectura. 7. El criterio.




7.  El criterio

1.  Si me preguntaran cuál es la obra de derecho que siempre me ha acompañado, contestaría que es El criterio de Jaime Balmes*.  No es el libro que más veces he leído; es el que siempre me ha acompañado.  Mi respuesta sonaría a broma o puntada, ya que El criterio no es un libro de derecho, pero se justifica con la siguiente cita, tomada del Juicio sobre El Criterio" (introducción), escrito por P. Juan  Bta. Gomis O.F.M. (El criterio, Aguilar, Colección Crisol).

Érase un señor experto en los azares de la vida y ducho en las intrigas sociales, quien me dijo: "Había en la ciudad donde resido un hombre sin carrera alguna, que alcanzó gran reputación de consejero.  Su palabra era certera: siempre daba en el blanco.  Desde luego, los desvalidos y pobres confiaban más en él que en los letrados.  No se arrepentían.  Pleito que daba por ganado, ganado quedaba.  Hubo pleito que lo perdió en primera instancia, pero lo ganó en la segunda.  Era famoso.  Sus consejos eran siempre de peso, juiciosos merecedores de triunfo.

Me intrigaba mucho pensar cómo este hombre había conseguido tan maduro juicio, siendo así que no tenía estudios ni había frecuentado el trato de personas doctas y letradas.  Un buen día decidíme y fui a verle.  Quería saber cómo, por qué medios, había llegado a tamaña madurez de juicio y de sentido común.  Mi asombro no fue pequeño cuando, levantándose, sonriente, acercóse a una mesilla rinconera, tendió la mano y levantó el brazo, diciendo:  "Este es mi libro y mi librería; no tengo ni leo otro.  En él confío, en el bebo y me sacio.  Me lo sé de memoria".  En su mano, como bandera, ostentaba El Criterio, que parecía una estrella.

2.  A todos interesa el pensar bien, dice Balmes.  El arte de pensar bien interesa igualmente a los filósofos y a las gentes más sencillas.  

El entendimiento es un don precioso que nos ha otorgado el Creador es la luz que se nos ha dado para guiarnos en nuestras acciones; y claro que uno de los primeros cuidados que debe ocupar al hombre es tener bien arreglada esta luz.

3.  Es el mejor libro de derecho porque sus enseñanzas nos educan a observar una vida jurídicamente ordenada.  Y lo que digo de El criterio como obra de derecho, valdría para cualquier otra profesión, arte u oficio; médico, ingeniero, contador, comerciante; la que sea.

4.  Nuestra vida y felicidad dependen en gran medida de nuestra voluntad; nos conviene tener buen criterio y sentido común.  También el azar o la fortuna intervienen de manera importante: todos tenemos nuestra propia circunstancia y de ella no podemos evadirnos.  También necesitamos del buen criterio y sentido común para enfrentar las adversidades que inevitablemente nos alcanzan.

5.  Salvo en las sociedades tiránicas, vivimos en libertad.  Para preservar esa libertad tan nuestra, ofrezco una cartilla del ciudadano, que puede ser una vacuna valiosa para protegerse de los poderosos, autoritarios, reglamentarios, fanáticos y demás seres de esa fauna que pretende imponer reglas y conductas.  La cartilla es la siguiente:

El derecho de libertad es la facultad de hacer o de omitir aquellos actos que no están ordenados ni prohibidos.  En efecto, es lícita: a) la ejecución de los actos ordenados; b) la omisión de los prohibidos; c) la ejecución y la omisión de los que no están ordenados ni prohibidos.  Es ilícita: la omisión de los actos ordenados; b) la ejecución de los prohibidos (Eduardo García Maynez, Introducción al estudio del derecho, Porrúa, México).

8.  Vivimos como se nos pega la gana.  Salvo excepciones expresas, que deben estar estrictamente definidas en la ley, puedo hacer lo que quiera.  También limitan mi libertad las obligaciones que adquiero voluntariamente; como cuando celebro contratos que me obligan a dar, hacer o no hacer algo.

9.  Somos libres de meternos en problemas; nuestra voluntad rige prácticamente toda nuestra vida.  Ejercemos nuestra libertad, y asumimos sus consecuencias, cuando decidimos dedicarnos a determinada profesión o actividad, casarnos o no casarnos, tener hijos, vivir en cierto lugar, celebrar un contrato, bañarnos en agua fría o en agua hirviente, ser veganos, comer tacos, inflar globos al amanecer, hacer gimnasias exóticas en un parque público, hacer muecas a los que nos caen gordos o cualquier otra cosa que se nos ocurra. 

10.  También cuando por nuestra voluntad cometemos actos ilícitos, tales como robar, lesionar, defraudar, mentarle la madre al vecino, hacer doble fila para dar vuelta a la izquierda.  Las violaciones a la ley, a nuestros deberes y obligaciones, se definen como conductas ilícitas. Son conductas antisociales que frustran la convivencia. 

11.  Por lo general las conductas ilícitas no se pueden impedir.  Un policía no me puede detener y revisar porque sospecha que en mi bolso tengo un arma para matar al próximo chofer que me eche lámina**.  Pero quién incurre en la conducta ilícita (mata al chofer que le echó lámina), incurre en el riesgo de ser sancionado.  Todo acto ilícito tiene una sanción legal.  

12.  Además de las sanciones legales, las conductas antisociales sufren sanciones sociales.  No son elegantes ni apreciadas.  Son desagradables, exhiben y devalúan a sus autores.  Son objeto de mofa y desprecio.  Salvo personas con ausencia absoluta de valores morales, si sus autores pudieran verse objetivamente, como en un video o en un espejo, así sean ricos, poderosos y envidiados, en lugar de ufanarse, se tendrían lástima y se avergonzarían.

13.  Otra consideración importante es que el cumplimiento de las normas legales, las morales y las del trato social, es el mejor medio combatir la corrupción, el crimen y la violencia.  El gobierno y la sociedad deberían dar prioridad a la educación cívica.  Cada uno de nosotros contribuye a la seguridad y al bien común cuando se dedica a cultivar su propio jardín.

14.  Todo esto implica cuestiones complicadas, que ya aparecerán en el futuro.   Por lo pronto basta para subrayar la importancia de que el sentido común se ponga al volante de nuestra conducta. 

15.  Sentado lo anterior, lo mejor que puedo decir sobre Balmes es que su filosofía es la del sentido común. Es sencilla y práctica.  Como el mismo autor dice: el arte de pensar bien no se aprende tanto con reglas como con modelos, de una manera sencilla, práctica: al lado de la regla, el ejemplo

16.  No se puede resumir El criterio.  Se ocupa de los modos de conocer la verdad, del pensar bien, de la atención, de la elección de carrera, de la posibilidad e imposibilidad de las cosas, de la importancia del sentido común, del conocimiento de las cosas adquirido mediatamente por los sentidos, de la autoridad humana, los periódicos, las relaciones de viajes, los libros de historia, la naturaleza, la buena percepción, el juicio, el raciocinio, la meditación, la enseñanza, la invención, el entendimiento, el corazón y la imaginación, la religión.  Termina con un estupendo capítulo sobre el entendimiento práctico.

17.  Todos tenemos alguna fe, incluso los ateos.  Una característica de toda fe es que el creyente no puede demostrar que es verdadera; por eso el ateísmo es también una fe.  La de Balmes era la fe católica y cuando trata de los diferentes temas expone los argumentos de su fe.  Pero El criterio no es un libro confesional; el consenso es que se puede leer, y muchos lo hacen, omitiendo los argumentos de fe, sin que el libro pierda su valor e importancia.

18.  Me lo recomendó mi profesor de lógica en la escuela preparatoria.  No se lo recomendó a mis otros compañeros porque era mi tío, Juan de Dios Zamora, y el consejo me lo dio en casa.  Malo para mis compañeros de clase.

19.  Descubrirlo fue todo un shock intelectual.  Tengo la memoria lejana de que por las mismas fechas también descubrí el Estudio en escarlata y el resto de las aventuras de Sherlock Holmes (de Sir Arthur Conan Doyle).  Súbitamente se me desveló el mundo de la reflexión, la inteligencia, el sentido común y la fantasía.

20.  Un par de años después, inicié mis estudios de derecho y me enfrenté con las complejidades de La introducción al derecho de Eduardo García Maynez (que también me ha acompañado en mi vida de abogado), al estudiarlo no podía menos que reflexionar que todo ya lo había visto; la misma experiencia tuve con mis otros libros de derecho.  Todo estaba ahí:  en Balmes, en Conan Doyle y en otros: la reflexión, el sentido común y la imaginación.   Aunque la fantasía del inglés no superara los embates de la lógica del español, ni la lógica de este último suspendiera la audacia y los vuelos de la imaginación del inglés.

21.  Fue así como descubrí ese universo cuando pasaba las horas leyendo, sentado en un rincón de la escalera o acostado en el jardín, con la cabeza en la almohada que era la panza de mi fiel y paciente perro, que apenas respiraba y no se movía. 

22.  Como Balmes dice al inicio de su conclusión y resumen

Criterio es un medio para conocer la verdad.  La verdad en las cosas es la realidad.  La verdad en el entendimiento es conocer las cosas tal como son.  La verdad en la voluntad es quererlas como es debido, conforme a las reglas de la sana moral.  La verdad en la conducta es obrar por impulso de esta buena voluntad.  La verdad en proponerse un fin es proponerse el fin conveniente y debido según las circunstancias.

* Jaime Balmes (1810-1848).  Filósofo, sacerdote jesuita.  Considerado el filósofo más importante de la España del siglo XIX, miembro de la Real Academia (1848). 

** Echar lámina es un chilangismo que significa conducir el coche agresivamente.





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